El demonio entrometido de Nicola Turner conecta la vida con el pasado en la Real Academia de las Artes de Londres

El demonio entrometido de Nicola Turner conecta la vida con el pasado en la Real Academia de las Artes de Londres

Desde hace más de 250 años, la Real Academia de las Artes de Londres ha organizado la exposición abierta más grande del mundo. La Exposición de Verano, que reúne cientos de obras de artistas y arquitectos británicos, combina piezas de Académicos Reales y figuras establecidas con las de profesionales emergentes y del público en general.

 Este año, la artista Nicola Turner ha sido invitada a crear una obra en respuesta a la estatua de bronce del pintor inglés Sir Joshua Reynolds, ubicada en el patio de la Academia. Reynolds, fundador y primer presidente de la Real Academia de las Artes de Londres en el siglo XVIII, es homenajeado a través de la escultura monumental y ondulante de Turner, titulada “The Meddling Fiend” (El demonio entrometido). La obra, que se exhibirá hasta el 18 de agosto, parece moverse sobre delgadas piernas y se eleva para encontrarse con la figura de Reynolds, quien extiende una mano hacia un delicado zarcillo.

 

La formación de Turner en diseño de escenografía y vestuario se refleja en sus instalaciones y esculturas específicas para cada lugar. Su obra se caracteriza por la audaz yuxtaposición de materiales. Reutiliza lana recién cortada y relleno de cojines para crear formas voluminosas que interactúan con el paisaje, las paredes o interiores arquitectónicos. Sus trabajos suelen abordar temas dualistas, como la interconexión entre la vida y la muerte, la atracción y la repulsión, y lo humano y lo no humano.  "En mi práctica, utilizo materia 'muerta', como la lana y la crin, materiales recuperados de colchones y muebles antiguos que llevan consigo una historia vivida, tanto como objetos domésticos como parte de un animal", explica Turner. "El material, con tal agencia acumulada, emana una presencia poderosa".

 

La pieza de Turner en la  Real Academia de las Artes de Londres es a la vez monstruosa y delicada, presentando una criatura retorciéndose que emerge de una red llena de material blando. Sus pies, formados por patas de muebles y ruedas, sugieren un agarre inestable y resbaladizo del entorno, mientras que su cabeza y extremidades se elevan con confianza para encontrarse con el monumento de bronce de Reynolds, creando un vínculo entre el pasado y el presente.